Una tarde en Mont Abu
Por la tarde fui a dar un paseo rodeando el lago hacia un mirador conocido como Sunset (ocaso o atardecer) Se encontraba a poco más de un kilómetro. De camino vi a un lado una verja con un cartel que decía no parking y encima otro, cementerio cristiano (en inglés). Como la puerta estaba abierta entré, ya dentro había a la izquierda una pequeña caseta donde habitaba un anciano que dormía en un catre. Adivinó mi presencia y se reincorporó. Le pregunté si se podía visitar y tras responderme afirmativamente, me indicó que a un costado, estaban los católicos y al otro, los protestantes.
No había muchas tumbas, pero eran muy antiguas, lo que las hacía muy interesantes. Algunas de mediados de 1800. Estaban enterrados ingleses que habían vivido en estos lares, soldados, etc... Había una del 2015. La vegetación campaba a sus anchas lo que le daba un tono nostálgico. Confesaré que desde jovencito me interesó visitar cementerios con cierta solera, lugares de paz y llenos de historia.
Seguí mi camino dejando atrás un par de lagos con agua bastante sucia y un pequeño templo jainista bastante moderno hasta llegar a un descampado que se confundía con la carretera. Allí había caballos puestos donde vendían comida y baratijas. Al fondo había una gran valla semi levantada. En un extremo, un guardia sentado observaba a la gente que pudiera venir. En cuanto me vio que me acercaba me pitó con un silbato, indicándome una caseta en la que vendían tickets. Junto a ella un tablón con varios precios. Curioso, pensé, cobrar por ver una puesta de sol. Será algo simbólico, pues no. 300 rupias ¿Para ver un paisaje? Pregunté al hombre qué era aquello tan extraordinario. Él, claro está, era un trabajador sin más. Intenté explicarle que no me parecía justo que se cobraba por un hecho de la naturaleza (en la guía tampoco ponía nada de precios) y, claro, pronto desistí. El hombre acabó por disculparse con un sorry y mirada empática. Tampoco me había gustado que me silbara aquel guardia sin miramientos. Decidí irme. Lo de menos era el dinero, era el acto en sí. Ay, el dinero. Algún día nos cobrarán por respirar. Por cierto, en el templo de Delwara la entrada era gratis, pero delante de un altar había un cofre de cristal en el que los fieles metían modestos billetes, el cual estaba lleno. Dentro del templo había otro guía, que iba vestido como si fuera un scout con un pañuelo blanco al cuello con una camisa gris y pantalones indios de color rojo. Cuando salimos todos se puso en medio de la puerta y como fui uno de los últimos en salir, me dí cuenta que llevaba un buen puñado de billetes en una de sus manos. Cuando pasé por su lado, ni me miró, no esperaba mucha propina. Al recoger la mochila y el calzado el señor me pidió un fino “money”. Ningún cartel que lo indique.
Todavía aturdido por cobrar un dinero para ver una puesta de sol, volví por donde había venido con la idea de ver el modesto templo jainista que había visto antes. Estaba rodeado por un muro. Doblé por un camino que daba a unas cuantas casas bajas, En la puerta de una de ellas, una mujer que no hablaba inglés me hizo gestos con cara de pocos amigos. Quería saber adónde iba: “ a ver el templo” le dije. No muy lejos, frente a ella un niño le decía en hindi lo que yo intentaba expresarle. El niño me indicó el camino y quiso acompañarme. Querría dinero, pensé. Iba con ropa sucia, pero bien peinado. Era muy amable y risueño y tenía la mirada de un adulto. Tendría unos diez años. La pequeña puerta del templo estaba abierta. Al fondo había un figura de mármol blanco en posición de loto con cara humana y barba. Tan humana parecía que de lejos habría dicho que era un hombre. El niño me avisó: Los zapatos”, “ah, sí”, le respondí. Tampoco había mucho más. Me quedé hablando con él un rato, durante el cual me interesé por su vida. Su padre era profesor y de mayor quería ser policía. Finalmente me preguntó si tenía monedas españolas. Casualmente tenía diferentes monedas de céntimos y se las dí. Se puso contento. Me dijo que su padre coleccionaba monedas indias. ¡Qué casualidad que esa mañana volviendo de los templos jainistas un señor salió de su restaurante para ofrecerme algo de beber y quiso que le diera monedas españolas, incluso quería un billete de 5 €. ¿Afán coleccionista? Le dí varias monedas también.
Me despedí del niño, el cual no me pidió dinero y tampoco le dí. Se puede conocer a alguien sin interés monetario, ¿no? Me encaminé otra vez hacia el lago, donde creía que había otro mirador. Al final encontré unas escaleras de piedra. Había dejado el sendero que rodeaba el lago y desde la cima hice algunas fotos.
Durante el paseo, me topé con dos mujeres (y algún hombre) con el traje típico de esta zona. Les pregunté si les importaba que les inmortalizara y me miraron molestos, por lo que abandoné la idea. Sin embargo, enseguida me paró un individuo con no sé qué intenciones. Quería hacerse una foto o ser un intermediario con las mujeres con tal de ganarse unas rupias. Se puso algo pesado y me alejé de él. Me lo volví a encontrar horas después, preguntándome adónde me dirigía, “al hotel”, le conteste...
Ya era de noche y ni siquiera sabía qué hora era porque había dejado el móvil cargando en el hotel. Pensé en cenar, me apetecía una hamburguesa. Desde que había llegado a la India, había comido poca carne y alguna cerveza. Tampoco extrañaba el vino. Y así fui a un restaurante cercano y me pedí una hamburguesa con queso (por encima del pan ¿?) y unas patatas fritas, que llegaron cuando ya casi había acabado la hamburguesa. Un montón de patatas que no me iba a terminar, pero no las tiraría, y menos por estos lares. Me había sentado en el restaurante, desde donde podía pasar el gentío de la calle. Me llamó la atención un niño que llevaba una mochila a cuestas que vendía o, al menos , lo intentaba, palos de selfie. Iba y venía por la calle buscando compradores. Se me ocurrió que le podía dar las patatas que me habían sobrado. Fui hacia él, después de terminar la cena. Estaba sentado al lado de un hombre que miraba algo en el móvil. Desde cierta distancia le hice unas señas para que se acercara. Y así hizo. Le pregunté si aquel hombre era su padre o un familiar. Dudó y me contestó que no. Le pregunté si le gustaban los chips, en hindi “french fries” y asintió, entonces le dí la bolsa. No me dio las gracias, creo que estaba algo confuso y volvió a sentarse donde estaba antes. Me quedé pensando si aquel hombre lo estaba explotando por unas escasas rupias.
Bills everywhere, just makes india's soothing experience More bumpy. 😌
ResponderEliminarPray to god, he may give some sane in our policy makers.
Ok, jeje... thank for your review
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