Llegada a Ajmer
Volví a la estación en tuk con un chófer muy simpático que me dio conversación todo el camino. Eso sí, aprovechó para poner gasolina. Licencias de los tuks, pensé. Había tiempo de sobra, también para recuperar la mochila. Al conseguirlo, busqué un sitio para cenar. Antes aproveché para preguntar los horarios de los trenes para ir a Siwie Modpuhr, pueblo que está muy cerca del Parque Natural de Rotambore adonde tenía pensado ir para ver tigres en estado salvaje (si se dejaban, claro). La empleada a la que le pregunté tenía ganas de irse a su casa, pues era tarde, y no se mostró muy afable, también es verdad que o no me explicaba bien o no quería entenderme (o ambas cosas). Me preguntó incluso de dónde era, por si entendía español... Creo que no le hizo mucha gracia que le preguntara los horarios de Ajmer a Siwie y no al revés, como creó que entendió.
Como estaba en un edificio cercano a la estación, cuando salí me asaltaron varios tuks, pensando que acababa de llegar. A uno de ellos le tuve que decir que sólo quería cenar cerca de allí. Mi tren salía a medianoche. Aquel hombre me indicó un hotel de dos estrellas que se encontraba a cinco minutos andando. Cuando llegué y vi la fachada y el edificio en sí, pensé que le podía haber caído alguna estrella más. Entré con mi mochila notando que no estaban muy acostumbrados a recibir clientela con semejante aspecto. Aún así, el servicio fue correcto y servicial. Tampoco había mucha gente. Pedí la carta y me decanté por un arroz con verduras y una cerveza, que me costó más que la comida, pero seguía siendo barato para un viajero europeo. Como me solía suceder, me sobró algo de arroz que me lo prepararon para llevar. Después de llenar la panza, volví a la estación y esperé el tren. Apoyado en una pared, dejé el equipaje y me puse a leer, pero mi mirada por momentos dejaba el libro porque lo que sucedía en la estación era ´más interesante. Vacas rondando que buscaban comida, alguna espontánea discusión, etc. Un chico me preguntó si podía sentarse a mi lado, claro, le dije. Me empezó a hablar en inglés, interesándome por mí. Hasta ahí todo normal, pero acababa las frases con un “but you forgott” (pero lo olvidaste) ¿Olvidar? ¿el qué? Pic... pic ¿pic? ¿picture? Ah, la foto. Me sentí confundido durante unos eternos segundos hasta que descubrí que sus amigos y él se habían hecho una foto conmigo aquella tarde en la fortaleza de Chittogarg ¿Cómo me iba a acordar si había perdido la cuenta de la gente que me había pedido una foto?
Todavía esperando una niña descalza y con mal aspecto se me acercó a pedirme dinero. Le contesté que si quería le podía dar comida si tenía hambre y le di el arroz que me había sobrado. Se alejó unos metros y sacó la comida, se deshizo de la bolsa y la metió en otra que llevaba un adulto al que se la había dado. ¿Su padre? ¿Quién sabe?
Por fin llegó el tren y me despedí del chico tan majo que iba a Agra. Aunque era el mismo tren, él llegaría a las diez de la mañana y yo siete horas antes a Ajmer. En el vagón que me habían asignado había un grupo de niñas de 12,13 años con un uniforme propio de un colegio o de un equipo deportivo. Uno de los jóvenes revisores me pidió el billete nada más subir. ¿Cómo podía ir en ese vagón? Su mirada decía eso y más. Me vio cara de depravado, sin duda, o, por lo menos sospechoso de violar niñas. Como el viaje eran tres horas, el revisor consintió que durmiera donde me había tocado. No me hubiera importado cambiarme, pero el tren iba bastante lleno. En fin, me dormí rápido y ni me enteré del viaje. La alarma sonó sobre las tres y cuarto. Poco después vi bastante movimiento por el pasillo del tren. ¿Ajmer? Pregunté...Yes, yes, me contestaron.
Al bajar del tren eran las tres y media de la madrugada. Habíamos llegado con una puntualidad suiza. A pesar de las horas intempestivas que eran, la estación era un hervidero de gente.. Busqué el cloakroom para dejar la mochila. Fui a la sala de espera a ver si podía dormir algo. ¿Adónde podía ir en ese momento? A ninguna parte,. Decidí tomarme un chai con un pastel cortado a trozos fuera de la estación, donde familias enteras dormían sobre el suelo tapados de la cabeza los pies. Una escena que me impresionó. Si había ido a Ajmer era para ver el llamado Dargah, una mezquita o recinto sagrado, prácticamente lo único interesante de esta “pequeña” ciudad, (medio millón de habitantes). La guía recomendaba no llegar un viernes, día festivo y de rezos musulmanes y si había que pasar alguna noche, mejor hacerlo en Pushkar, a pocos kilómetros. (Después de visitar el Dargah entendí estos consejos). Sin duda, la visita merece un capítulo aparte, el próximo. Continuará...
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