Visita
al golden Temple (Amritsar)
Al
llegar al albergue, el recepcionista me estaba esperando. A la hora
de pagar no tenía cambio, y quedamos que se lo abonaría al día
siguiente. Le pregunté por un lugar cercano donde cenar y por la
ceremonia del templo dorado. Sobre la primera cuestión fui a un
restaurante local, cerraban justo a medianoche y llegué viente
minutos antes. En relación a la segunda cuestión se podía visitar
a las 4 de la mañana (según la guía que llevaba señalaba que
estaba abierto a las 4,30 o las 5 dependiendo si era invierno o
verano). Con estos horarios intempestivos sólo quedaba descansar un
rato hasta las 3,30 h. Según lo que había leído me puse pantalones
largos para entrar al recinto sagrado. Según el plano, se podía
llegar por unas calles más o menos amplias o por unas callejuelas
que algunas no tenían salida (como las antiguas medinas musulmanas).
Elegí la segunda básicamente porque ya me había metido sin querer
en ese laberinto. Lo que se convirtió en un vía crucis porque me
fue complicado orientarme por calles estrechas con montones de basura
a ambos lados, poco iluminadas, vacías, a excepción de algún perro
vagabundo que buscaba comida entre los desperdicios y que me ladraban
a medida que me acercaba a alguno. Podría ser una película de
terror.
Había
tan poca luz, que me ayudé con la linterna del móvil. Aún así,
llegué poco antes de las 4. Para acceder sólo había una entrada
principal. Nada más pasar, a la derecha había una especie de parque
donde se ofrecía comida gratis para los devotos. Seguí mi camino y
me topé con un señor recostado al lado de un cubo donde había un
montón de pañuelos. Me indicó que me cubriera la cabeza con el que
prefiriera. Di unos pasos más y a la izquierda descubrí el templo
(más pequeño de lo que creía) en medio de un estanque artificial
al que se sólo se podía llegar a través de una pasarela.
Deslumbrante y espectacular. Había varias colas para acceder a él,
como no sabía por cuál decantarme, por respeto y como no era
creyente, elegí la que había más gente. De todas maneras, no tenía
ninguna prisa. Y tampoco había tantas personas. Por cierto, por todo
el recinto hay hombres y mujeres durmiendo o leyendo pequeños libros
de oraciones o simplemente sentados ensimismados.
En
la cola, dos hombres apostados a la entrada, deciden cuándo dejan
pasar cada cierto tiempo a un grupo de personas levantando un tubo
azul.
Hay
un escalón nada más entrar, el cual los fieles tocaban se
arrodillaban, se inclinaban, les imité por si me decían algo. En
medio de la primera sala se encontraba un anciano y delante de él un
enorme libro, el libro sagrado. Un mamometro considerable. Como ya me
había imaginado y por si había alguna duda, no se podían hacer
fotos dentro del templo, pero ni me cachearon ni me requisaron nada.
También había un grupo de músicos con harmoniums y más devotos
sentados rezando. Había unos cuantos que se agachaban para pasar
por debajo de una barra que circundaba un “escenario” con
billetes de rupias en el suelo para dejar los suyos. Aquella sala
estaba custodiada por dos señores con una especie de machete cada
uno, que iban juntando el dinero en el centro del lugar.
Había
dos pisos más, donde no había libros ni músicos ni cantores que
recitasen los versos sagrados. Un número ingente abarrotaba los
escalones, la terraza, cualquier rincón. Detrás del templo había
una zona con un pequeño canal con agua bendita que los fieles se
echaban en la cabeza e incluso bebían. Me llamó la atención una
mujer que baó por una escalera de espaldas y con su sari (vestido
largo) limpiando cada peldaño. Otra mujer limpiaba el polvo de cada
columna del pórtico que rodeaba el lago.
Para
los curiosos añadiré que el templo dorado, Harmandir Sahib (en
hinidi) fue levantado por los sijs que que profesan el sijismo,
religión que desconocía. Fue fundada en el siglo XVI en esta zona
de la India, el Punjab, por Gurú
Ram Das, que excavó un foso, donde hoy se encuentra el foso, y que
fue llamada Amritsar “piscina de néctar”, La nueva religión
rechazaba
el sistema de castas hindú y también el extremismo musulmán. Sus
seguidores se siguen distinguiendo por sus largas barbas, los hombres
se entiende, que tienen prohibido cortárselas y una daga o puñal al
cinto, recuerdo de su ardor guerrero. Las mujeres iban vestidas
discretamente y colores oscuros.
Continué
rodeando el recinto haciendo fotos sin llamar la atención, atento a
lo que me veía. Algunos se bañaban en el lago, familias, como en el
Ganges en Haridwar, y tenían sus vestuarios para cambiarse. Pasé
bastante desapercibido y no vi a ningún viajero.
Al
salir, un hombre me indicó que si quería un té, me invitaron a uno
en la entrada y allá que me fui. Tenía un sabor parecido a los que
me había tomado, pero distinto y similar color. Revisé las fotos
que había hecho y descubrí que el pañuelo me lo había puesto de
cualquier manera, y repetí alguna foto. Si duda merecía la pena, y
tras dos horas, abandoné el lugar.
Hermosa experiencia, gracias
ResponderEliminarGracias a tí por leerme! Un cordial saludo
ResponderEliminarThat was a nice read. Thank you.
ResponderEliminarJust to add, song's temple is called "Gurudwara" that means gate of teacher.
Guru-teacher, dwar- gate/door
And they offer 24 hours free food to anyone from any religion.
Thank you, Udit for your comments. Greetings!
ResponderEliminarEste episodio me ha sorprendido inicialmente por tan bello templo, tampoco conocía de esta religión del Sijísmo, pero me gusta su ideología en referencia a las tradiciones arraigadas y al parecer mal sanas, como son las castas en India.
ResponderEliminar(McB)
Sí, están a medio camino entre el islamismo y el hinduismo.
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