domingo, 10 de mayo de 2020

Viaje a la India (Episodio 9)


Visita al golden Temple (Amritsar)

Al llegar al albergue, el recepcionista me estaba esperando. A la hora de pagar no tenía cambio, y quedamos que se lo abonaría al día siguiente. Le pregunté por un lugar cercano donde cenar y por la ceremonia del templo dorado. Sobre la primera cuestión fui a un restaurante local, cerraban justo a medianoche y llegué viente minutos antes. En relación a la segunda cuestión se podía visitar a las 4 de la mañana (según la guía que llevaba señalaba que estaba abierto a las 4,30 o las 5 dependiendo si era invierno o verano). Con estos horarios intempestivos sólo quedaba descansar un rato hasta las 3,30 h. Según lo que había leído me puse pantalones largos para entrar al recinto sagrado. Según el plano, se podía llegar por unas calles más o menos amplias o por unas callejuelas que algunas no tenían salida (como las antiguas medinas musulmanas). Elegí la segunda básicamente porque ya me había metido sin querer en ese laberinto. Lo que se convirtió en un vía crucis porque me fue complicado orientarme por calles estrechas con montones de basura a ambos lados, poco iluminadas, vacías, a excepción de algún perro vagabundo que buscaba comida entre los desperdicios y que me ladraban a medida que me acercaba a alguno. Podría ser una película de terror.



Había tan poca luz, que me ayudé con la linterna del móvil. Aún así, llegué poco antes de las 4. Para acceder sólo había una entrada principal. Nada más pasar, a la derecha había una especie de parque donde se ofrecía comida gratis para los devotos. Seguí mi camino y me topé con un señor recostado al lado de un cubo donde había un montón de pañuelos. Me indicó que me cubriera la cabeza con el que prefiriera. Di unos pasos más y a la izquierda descubrí el templo (más pequeño de lo que creía) en medio de un estanque artificial al que se sólo se podía llegar a través de una pasarela. Deslumbrante y espectacular. Había varias colas para acceder a él, como no sabía por cuál decantarme, por respeto y como no era creyente, elegí la que había más gente. De todas maneras, no tenía ninguna prisa. Y tampoco había tantas personas. Por cierto, por todo el recinto hay hombres y mujeres durmiendo o leyendo pequeños libros de oraciones o simplemente sentados ensimismados.
En la cola, dos hombres apostados a la entrada, deciden cuándo dejan pasar cada cierto tiempo a un grupo de personas levantando un tubo azul.
Hay un escalón nada más entrar, el cual los fieles tocaban se arrodillaban, se inclinaban, les imité por si me decían algo. En medio de la primera sala se encontraba un anciano y delante de él un enorme libro, el libro sagrado. Un mamometro considerable. Como ya me había imaginado y por si había alguna duda, no se podían hacer fotos dentro del templo, pero ni me cachearon ni me requisaron nada. También había un grupo de músicos con harmoniums y más devotos sentados rezando. Había unos cuantos que se agachaban para pasar por debajo de una barra que circundaba un “escenario” con billetes de rupias en el suelo para dejar los suyos. Aquella sala estaba custodiada por dos señores con una especie de machete cada uno, que iban juntando el dinero en el centro del lugar.


Había dos pisos más, donde no había libros ni músicos ni cantores que recitasen los versos sagrados. Un número ingente abarrotaba los escalones, la terraza, cualquier rincón. Detrás del templo había una zona con un pequeño canal con agua bendita que los fieles se echaban en la cabeza e incluso bebían. Me llamó la atención una mujer que baó por una escalera de espaldas y con su sari (vestido largo) limpiando cada peldaño. Otra mujer limpiaba el polvo de cada columna del pórtico que rodeaba el lago.
Para los curiosos añadiré que el templo dorado, Harmandir Sahib (en hinidi) fue levantado por los sijs que que profesan el sijismo, religión que desconocía. Fue fundada en el siglo XVI en esta zona de la India, el Punjab, por Gurú Ram Das, que excavó un foso, donde hoy se encuentra el foso, y que fue llamada Amritsar “piscina de néctar”, La nueva religión rechazaba el sistema de castas hindú y también el extremismo musulmán. Sus seguidores se siguen distinguiendo por sus largas barbas, los hombres se entiende, que tienen prohibido cortárselas y una daga o puñal al cinto, recuerdo de su ardor guerrero. Las mujeres iban vestidas discretamente y colores oscuros.


Continué rodeando el recinto haciendo fotos sin llamar la atención, atento a lo que me veía. Algunos se bañaban en el lago, familias, como en el Ganges en Haridwar, y tenían sus vestuarios para cambiarse. Pasé bastante desapercibido y no vi a ningún viajero.
Al salir, un hombre me indicó que si quería un té, me invitaron a uno en la entrada y allá que me fui. Tenía un sabor parecido a los que me había tomado, pero distinto y similar color. Revisé las fotos que había hecho y descubrí que el pañuelo me lo había puesto de cualquier manera, y repetí alguna foto. Si duda merecía la pena, y tras dos horas, abandoné el lugar.



6 comentarios:

  1. Gracias a tí por leerme! Un cordial saludo

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  2. That was a nice read. Thank you.
    Just to add, song's temple is called "Gurudwara" that means gate of teacher.
    Guru-teacher, dwar- gate/door
    And they offer 24 hours free food to anyone from any religion.

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  3. Thank you, Udit for your comments. Greetings!

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  4. Este episodio me ha sorprendido inicialmente por tan bello templo, tampoco conocía de esta religión del Sijísmo, pero me gusta su ideología en referencia a las tradiciones arraigadas y al parecer mal sanas, como son las castas en India.
    (McB)

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    Respuestas
    1. Sí, están a medio camino entre el islamismo y el hinduismo.

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