Visita a Lotus
Temple y a Humayan'sTomb 8 de abril de 2018
El
tren se mueve. Y como si alguien lo hubiera sabido, tengo delante de
mí una excelente mesa para escribir. Salimos con 5 minutos de
retraso, camino de Haridward, por lo menos yo, claro. Supongo que
hará más paradas. Me esperan entre 4 y 5 horas de viaje. Hace media
hora que el sol ha salido. Un joven con una gorra reparte botellas de
agua de un litro. El vagón va lleno y estoy más o menos en medio.
Sigo
el relato por donde lo dejé. Ayer “estrené” mis saludos
matutinos al sol (un ejercicio de yoga) y tras desayunar
tranquilamente, me topé con Xunia y le comenté que podíamos ir
juntos al Lotus Temple, pues el tour que había organizado el hostel
se había cancelado. Como ya había ido el día anterior, recordaba
cómo ir, y, aunque le informé sobre ello a Xunia, es reacia a
seguirme.
Esta
vez sí que estaba abierto y el cielo como de costumbre es una bruma
inmensa. Al llegar a la también conocida como Casa de adoración
Bahá'í, hay que descalzarse y subir unas escaleras para
acceder ordenadamente por grupos. Varios chicos se encargan de ello.
El templo pertenece a una religión que proclama que todas las
religiones son una, es decir, universal (eso es lo que me contaron) y
que fue fundada por Bahá'u'lláh.
En realidad este hombre creó en el siglo XIX en Oriente Medio el
bahaismo y fue considerado como la manifestación de Dios en la
tierra. Por lo que leí está bastante extendida. El templo en forma
de loto, de ahí su nombre, fue construido en los años 80 del siglo
pasado.
En
el interior todo es paz y sosiego, aunque no es óbice para que
algunos indios tengan prisa por entrar, la misma que por salir,
cuando descubren que tras los grandes ventanales del lugar sagrado no
hay más que alargados bancos de madera y poco más.
Me
siento con Xunia en uno de ellos. Ella se confiesa atea, como muchos
chinos, aún así, cierra los ojos y su cara desprende paz. Decido
seguirla y medito unos minutos y recito unas cuantas veces un
mantra... “Deseo paz a todos los seres vivos” ¡Qué complicado!
Volvemos
al metro, tras calzarnos, claro. Antes de llegar hay un bazar, un
supermercado con aire occidental. No sólo venden ropa, sino también
comida y complementos. Xunia quiere comprar regalos a su familia.
Seguramente no es el mejor sitio, aunque decide comprar té, (como
yo) y comida. Aprovecho para comprar fruta para el viaje de mañana.
A la hora de pagar, Xunia, se ofrece a abonar todo con su tarjeta,
pues tiene poco efectivo. Pero, ¡Sorpresa! No “leen” su tarjeta
y al final pago yo, por lo que tenemos que volver al hostel para que
me devuelva lo que le he prestado.. Añadiré que los indios también
intentan colarse incluso con el carro lleno. No quiero darle
importancia, porque al final me lo tomo como un ejercicio de
paciencia.
Ya
en el hostel, Xunia se encuentra con unos taiwaneses que le prestan
el dinero. Ya se acerca la hora de comer, y me encamino al
restaurante de costumbre. Si otros días, no había casi gente, hoy
está lleno, es fin de semana. Incluso hay que hacer cola y le
comento al gerente que lo pediré para llevar.
¿Qué
me quedaba más ver en Delhi? Pues otra maravilla es la Humayan's
Tomb. Allí que me fui después e comer. Cogí el metro, el cual
tenía varias salidas, lo que no indicaba la guía. Depende de la que
se coja te dejará más o menos lejos. De todas maneras, no hay
ningún letrero que señale el conjunto monumental. Caminé como
media hora antes de llegar, pues me olvidé de coger un tuk-tuk. A
pesar de que algunos pasaban a mi lado pitándome intentando llamar
la atención. Si me pierdo, me pierdo yo mismo.
La
tumba de Humayan no es sólo el gran templo mogol (restaurado) que
alberga los restos del emperador del mismo nombre, sino varias
mezquitas y edificios repartidos por su gran terreno (oasis de paz y
tranquilidad, a pesar de la gente que había) contrastando con el
ajetreo de Delhi. El conjunto es Patrimonio de la Humanidad. Sin
duda, se merece ese reconocimiento. Podría ser el hermano pequeño
del Taj Majal de Agra.
El
templo se ubicaba en un recinto gigantesco. Para llegar a él había
que continuar un camino el cual al principio era flanqueado por dos
más pequeños, uno a cada lado que siguen el esquema del mayor, es
decir, el cuerpo central culminado por una cúpula y otras “capillas”
más pequeñas que lo rodean. Alguna en estado decadente. Ya dentro,
descubro que realmente es como un panteón con diferentes tumbas.
Al
salir busco la estación más cercana de metro con el mapa, como no
es fácil porque no hay indicaciones. La casa del Tibet es una buena
referencia y tras preguntar varias veces, consigo dar con ella, no
sin antes vagar sin rumbo por alguna avenida, donde se concentran
familias con niños pequeños descalzos y cocinan en una olla sobre
dos ladrillos, se suceden hombres jugando a las cartas, tirados
durmiendo como muchos perros que al pasar cerca de ellos ni se
inmutan.
Hace
calor, 37 Cº (Según el móvil). Por fin, encuentro el metro y me
dirijo hacia el palacio presidencial, está a tres estaciones, pero
,claro, ¿por qué salida salgo? Un misterio, más grandes avenidas,
hay una señal que lo indica, pero por si acaso pregunto (a un joven
con auriculares de aspecto serio y moderno) y me indica que saque mi
móvil y que ponga google maps, Me pregunta algo molesto que por qué
no conecto el wifi “Wifi, my friend...” me dice. Tengo que
aclarar que no me preocupé de tener datos en otro país o tener una
tarifa “especial”. Hubiera sido más fácil seguramente, pero no
hubiera tenido tanta emoción. Ahí lo dejo. Jajaja.
"Si me pierdo, me pierdo yo mismo" jajeja😊😂.
ResponderEliminarEstoy encantada con la arquitectura de estos templos. ¡Gracias!
(McB)
jeje... Gracias a tí por leerme!
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