Paseo
por Jaipur (con encuentro incluido con “Antonio Banderas”)
Al
llegar a la cantina donde había quedado con el chófer, no estaba.
Me dijeron que se había ido a rezar porque era musulmán y que no
tardaría. Y así fue, aunque vino con un niño, el cual se quedó
allí.
Llegamos
al hostel y empezaba a tener hambre y me encaminé a uno de los
restaurantes cercanos que se recomendaban en el albergue. Elegí uno
que estaba a 10 minutos andando. Se podía comer entre 200 y 500
rupias, pero un sólo plato costaba 450 rupias. De todas maneras no
era caro, aunque sí para la mayoría de los indios. El lugar tenía
cierto nivel y estaba enfocado para turistas y locales de clase
media, rodeado de vegetación, albergaba una terraza con unos cuantos
ventiladores para luchar contra el calor. Me decidí por la terraza
en la que había ni un alma. Pedí un plato, pan de pita y algo de
beber. Al camarero le sorprendió que pidiera sólo un plato, pero
incluso me sobró y le pedí que me lo preparara para llevar. Su
respuesta fue que me lo acabara. Por cierto, fue algo pesado...
repitiendo varias veces Anything else? (¿algo más?) Aún así, pedí
más pan, para la cena. Volví al hostel a descansar un rato y
aproveché para reservar el hostel de Jodpuhr. Por la tarde me fui a
dar un paseo camino de la ciudad rosa. Más concretamente al centro
de la urbe. Para ello cogí una gran avenida por la que anduve una
media hora.
Uno de los 10 mejores cines del mundo |
A pie, uno puede descubrir detalles que, yendo en un
transporte sea cual sea, se nos escapa, por ejemplo, me topé con uno
de los diez mejores cines del mundo o eso decía uno de los carteles
de su fachada (y también mi libro de viajes). No sólo me pude
encontrar con cosas que me podían llamar la atención, sino que yo
mismo también podía atraer la mirada de algún transeúnte, como
así sucedió. Un hombre joven me preguntó por mi perilla. Lo
siguiente que quiso saber fue mi lugar de origen. Para mi sorpresa,
sabía algo de español, pues había estado en España. Y poco a poco
me contó su vida, cuando no era titiritero, conducía un tuk, y,
según la temporada, no le iba mal. Me dijo que se llamaba “Antonio
Banderas” (sí, muy ingenioso”) repitiéndomelo varias veces para
demostrar su gracia y, de paso, que no se me olvidara Me preguntó
si quería un chai, (justamente le iba a proponer lo mismo). Me llevó
a una parada ambulante cercana ubicada en una bocacalle que daba a la
avenida. (Ya tenía preparada la escena “Antonio Banderas”) Allí
nos esperaba un amigo suyo al que le invité también, que, tras
presentármelo, no abrió prácticamente la boca. Durante la charla,
vino otro chico joven, que casualmente había estado en el Raval, en
Barcelona. ¿? El joven se quejaba de que durante su estancia en
España no quisieran hablar con él por ser indio, según su opinión,
pues la gente pensaba que lo único que quería era dinero. Fuera
verdad o no, sinceramente, no sé adonde quería llegar, pero yo me
había acabado el chai y ya había pagado, por lo que decidí irme.
No sé lo tomaron muy bien. Este chico quería saber por qué los
turistas no querían hablar con él (entre ellos yo) prometiéndome
no venderme nada. Me quedé un poco más y la conversación devino en
si yo era gay, si me gustaban los hombres, etc... Pensé que
seguramente él lo fuera. Les dejé claro que me gustaban las
mujeres. Ni siquiera borracho cambiaría de opinión, como ellos me
querían hacerme ver. (Al día siguiente me encontré con este chico,
iba conduciendo un tuk, paró a mi lado, y, me ofreció llevarme
adonde quisiera. Sin subir, volvió con el mismo tema: que si había
muchos hombres, que por qué no me gustaba... Mientras continuaba mi
camino, me iba siguiendo con el tuk, y, al poco, se acercó un
cliente que le interrumpió y se fue con él).
Tras
este episodio, me acerqué al centro de Jaipur, la ciudad rosa,
llamada así por el color de la piedra de muchos edificios, arcos de
entrada monumentales y demás. Sin embargo, yo la habría llamado
Bullicio, o “Bulliciur”, gente, ruido, caos...Un auténtico
hormiguero humano. Como los gremios en la Edad Media, los diferentes
vendedores se agrupaban en las mismas calles según lo que
ofrecieran; artesanías, bicicletas, especias y ¡libros! Una de mis
debilidades. Entré en una librería para preguntar si tendrían en
español, y sí, sí que tenían, aunque, desafortunadamente, no vi
nada interesante. De todas maneras, el librero me insistió en
comprar las memorias de una princesa de Rajastán. Durante el
recorrido, me fui topando con gente que me preguntaba las típicas
cuestiones; de dónde era, si estaba casado... A veces conversábamos
brevemente. Su intención era solamente conocerme.
Ya
se había hecho de noche y volví al albergue, no sin antes desviarme
un poco para ver con más detalle el edificio del Museo Albet Hall,
que pensé visitar al día siguiente y que, en aquellos momentos,
estaba iluminado con diferentes haces de luces coloridas lo que le
daba un aspecto futurista.
Man.. you remember each and everything.. after so much time.. kudos!!
ResponderEliminarBut that guy who stayed in Spain .. you didn't answer him .. lol
Ey, friend, I wrote a diary... jajaja... What guy! I made a poker face.
ResponderEliminarI really didn't knew u were again in jaipur 😅
ResponderEliminarI was some days in Jaipur...jajaja
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